Abriendo sus bocas asombradas
resucita
el sonido y el espanto
de las momias de Atacama en el poblado
No vendrán sus llamas
ni siquiera el viento con su amuleto de totora
acudirá a su llamado.
Abren sus bocas asfixiadas.
No vendrán a su llamado.
A pesar de los ajuares,
saciados en la arena
y la copa del dorado
nadie notará jamás ese llamado.
Abren sus mandíbulas zafadas
caídas al viento sucio de las moscas.
Gritan muertas
en cuclillas o a horcajadas.
Agrietadas
Gritan muertas
removidas en arenas destapadas
emergiendo por venganza en los museos
o en catálogos tan llenos de vergüenzas
que sólo imploran carcajadas.
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